En la segunda mitad del siglo XIX, las grandes transformaciones hacían visibles los siguientes cambios:
La industrialización había llegado a los Estados Unidos y a casi toda Europa, incluso a Estados menos desarrollados en esa época como Italia o Rusia;
La industria ocupaba un lugar creciente en la economía y había comenzado a deslazar a la agricultura;
a pesar de la diferencia entre los Estados -costumbre, idioma, religión-, todos se estaban integrando en un sistema económico mundial interconectado;
como consecuencia de las relaciones comerciales internacionales, las decisiones que tomaba un gobierno influían en otros. Además, el crecimiento económico era fluctuante, tenia avances y retrocesos, por lo que la crisis de un país podía repercutir en otros;
a pesar del desarrollo industrial de Alemania y los Estados Unidos, Gran Bretaña seguía manteniendo el liderazgo comercial financiero;
el aumento de los vínculos económicos mas allá de las fronteras de los países y la creación de grandes empresas internacionales;
la creciente asociación entre las industrias y los bancos, que origino el capital financiero;
las empresas no solo producían, también comercializaban y distribuían sus productos, y así diversificaban sus actividades;
la creciente competencia por los mercados origino la aparición de las barreras arancelarias o impuestos aduaneros;
el surgimiento de enormes metrópolis, como Londres, Paris, Berlín, Viena o San Petersburgo, debido a las industrias y al comercio;
la formación de una economía mundial interconectada a fines del siglo XIX produjo una división entre países industriales y países proveedores de materias primas y alimentos. A esto se denominó división internacional del trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario